Hoy nos acompaña Diana López con un relato que habla de sus padres, de su visión de la vida y de cómo le han ayudado a enfrentar su propia vida. Me gustan los relatos que hablan de familias, de valores y de futuro.
Ya conoces a Diana, estrenó web hace muy poco, y estuvo contándonos su experiencia mastermind, y hoy viene a compartir un cachito de ella con nosotras.
Cuando Raquel me propuso escribir sobre alguien que me inspirase, que me llevase a mis inicios como emprendedora únicamente pude pensar en el ejemplo de mis padres, en ambos por partes iguales.
Laboralmente hablando son antagónicos entre sí pero se complementan a la perfección.
Mi padre tiene una profesión liberal, autodidacta y es autónomo desde que tenía veinte pocos años. Y mi madre, todo lo contrario, lleva trabajando en la misma empresa desde hace 43 años.
Mi padre, es una persona que ha sabido adaptarse al medio, emprendedor, siempre a un paso por delante. Trabaja en un sector muy volátil tanto en perfil de clientes como en perfil de empresas que representa. Ha sabido apreciar que cada cliente nuevo era un tesoro, que cada empresa que representaba era una nueva oportunidad para darse a conocer en el mercado, y en definitiva, el resultado ha sido que a lo largo de todos estos años, ha ido tejiéndose una red de contactos, clientes y porque no, hasta ha hecho muy buenas amistades, que a día de hoy medio jubilado y a otro ritmo, no puede dejar de trabajar del todo porque ama lo que hace.
Ama lo que hace por la libertad de organización y horarios que ha tenido siempre, porque ha podido elegir (por suerte) con quién quería trabajar, aunque si que es cierto, que a lo largo de todos estos años no todo ha sido tan perfecto… También se ha encontrado con momentos muy duros, desde pasar por clientes morosos que nunca saldaron sus deudas hasta empresas que de golpe le decían que entraban en la por aquel entonces la famosa fallida, dejando de pagarle comisiones y perdiendo así una representación de empresa y clientes.
Pero el nunca ha desfallecido, siempre positivo y enérgico, tenía sus objetivos claros, que es lo que quería y que es lo que necesitaba para conseguirlos.
Y analizándolo, me sorprendo a mí misma, que siendo otros tiempos, sin tanto acceso a la información como tenemos hoy en día sobre planificación, marketing, gestión de clientes etc, lo ha sabido conseguir, siendo disciplinado, organizado y sobretodo siendo autodidacta, lanzándose sin miedo a fracasar. Y hoy puedo decir, que ha conseguido todo lo que se ha propuesto.
En cambio, mi madre lleva en la misma empresa 43 años, ahí es nada, de profesión comercial de ventas en el sector del automóvil.
Tuvo sus inicios desde muy jovencita, sin saber exactamente a lo que se enfrentaba pero sí que sabía que tenía un marido autónomo, sin ingresos fijos, un hijo en camino y una recién estrenada hipoteca. Así que en casa tenía que entrar un sueldo, por más mínimo que fuese, fijo.
De mentalidad más conservadora, con el respaldo de una gran marca y empresa detrás, pero que el fin y al cabo con un sueldo mínimo fijo más comisiones. Ahí estaba la diferencia entre ella y los demás vendedores, contra más volumen de ventas más ingresos obtendría. La respuesta está en que es la vendedora más veterana y de las más valoradas en la empresa.
Con ella he vivido, la parte dura y fea de ser mujer, madre y trabajadora de horario comercial. Siempre iba con prisas, muchos sábados los trabajaba y ahí estaba mi padre, entre semana sacaba sus mejores habilidades para hacer malabarismos con dos hijos, cuadrar los horarios (ya que mi padre estaba todo el día fuera visitando clientes) y aun así siempre con una sonrisa.
De ella me quedo con la fuerza, con la lucha diaria, con la practicidad en su toma de decisiones, con sus experiencias, con su valentía, con la empatía que siempre tiene hacia los demás, la energía que desborda, el positivismo y el buen rollo que desprende para conseguir todo lo que se ha propuesto. Es definitiva es una mujer feliz, tiene todo lo que anhelaba, conseguir una familia unida, humilde y trabajadora.
Cuando les propuse a ambos la decisión de iniciarme por mi cuenta, ya tenía claro que mi padre me apoyaría al 1000 por cien, de hecho es él quien siempre me animaba a lanzarme, y en cambio mi madre, aunque me apoyaba igualmente, era la parte más racional, invitándome a que me lo pensara bien, que analizara los pros y los contras, porque sabe bien que no es un camino de rosas, y por desgracia a día de hoy, menos siendo mujer.
Por eso tomo como ejemplo a mis padres, porque son dos caras de una misma moneda, visto desde dos perspectivas bien distintas han sabido trasladarme sus valores desde bien pequeña, apoyándome en cada decisión que he tomado y únicamente espero y deseo poder llegar a lograr lo que han creado ellos.
