Existen clientes en tu vida con los que no vale la pena trabajar, y a los que hay que dejar marchar cuanto antes, para que no se cree una relación enquistada y fea, muy fea. Dicho así ya se que suena muy feo, justo cuando siempre hablamos de ese cliente ideal, aquellas personas que buscamos especialmente, a las que mimamos especialmente, a las que hacemos el centro de nuestro proyecto, pero estoy convencida que hay que dejarlos marchar, hacer todo lo posible por cortar lazos con ellos lo más pronto posible desde que te das cuenta de lo que suponen para ti, tu gente y tu propio proyecto, pero, reconozcámoslo, también existe el cliente fatal.
Esta semana he tenido una experiencia fea en ese sentido, con una clienta con la que no he tenido más que tres conversaciones, y que desde el primer momento dejó muy claro que ella consideraba que pagaba demasiado por mis servicios, esos servicios que yo no era capaz de prestar adecuadamente.
Estas situaciones, al principio, siempre me enervan, no me gusta tener clientes descontentos, siento una imperiosas necesidad de dejar claras las cosas, de convencerle de que no es cierto lo que dice, de decir la última palabra, pero los años me han hecho mucho más sabia y ahora ya no caigo en la tentación. Con los años he desarrollado un radar interno que me permite detectar esas actitudes, así, casi siempre veo en la primera conversación con quién voy a trabajar durante mucho tiempo y con quién no, así que suelo desarrollar un discurso que hace al otro fácil no querer trabajar conmigo, tener una excusa para que se vaya.
En la última semana he dicho claramente no, a dos clientes, les he pedido que se vayan, que no quiero trabajar con ellos y me he quedado la mar de tranquila, porque tengo muy claro que es lo que yo espero de mis relaciones profesionales, que normalmente se transforman en relaciones personales, en las que siempre proyecto una parte importante de mi misma, y en las que espero una reciprocidad.
Por eso, si quieres trabajar conmigo antes debes haber aceptado un presupuesto, te he contado las distintas opciones que tienes de trabajar conmigo, tu has elegido la que más se adecua a ti, pero una vez aceptas mis precios, no vale recriminarme que soy muy cara para el poco trabajo que hago. Esa misma clienta me llamó para decirme que su marido le hacia la declaración de renta, hasta ahí todo fue estupendo, si no hubiera puesto la coletilla, “ya que no te voy a pagar por hacer algo tan fácil como es hacer la declaración”, ¿que haces ante esa situación? ¿cuanto tiempo pierdes en hacer valer tú trabajo?, cinco segundos, lo que tardas en decir que si, que tiene razón , que te alegras que su marido sepa del tema.
Este tipo de clientes jamás estará satisfecho, porque se siente estafado por tu trabajo, un trabajo que ella no sabe hacer, esa es la realidad, y hagas lo que hagas siempre será poco, te habrás esforzado poco, ella se merece más, y yo estoy de acuerdo con ello, no quiero estar rodeada de gente así, no quiero perder ni un minuto ni medio de mi vida con personas que no valoran a los demás, que exigen sin dar nada a cambio, que enturbian el día, y sobre todo que no sienten que lo que tú les ofreces pueda servirles para nada.
En mi lista de imprescindibles, lo que yo le pido a un cliente, lo más básico, sin lo cual no vamos a poder trabajar, es muy simple , ya que también forma parte de los básicos de mi vida, esas pequeñas cosas simplemente son:
1.- Que sea educado con mis trabajadores.
2.- Qué sepa escuchar
Si esa premisa existe, cero que casi cualquier relación puede prosperar en el plano profesional, por eso mi recomendación de esta semana es muy clara, te dejo los básicos para que cualquier relación profesional funciones y sea satisfactoria para las dos partes.
1.- Siempre, siempre, conversa con un cliente que quiere comenzar a trabajar contigo, esa conversación te servirá para determinar si se establecen lazos seguros y de confianza.
2.- Deja bien claro cual es el servicio que contrata, en que consiste y cuanto cuesta.
3.- Pon todo eso por escrito y firmarlo las dos partes, no hay nada mejor que todos tengamos claro nuestro cometido en una relación profesional.
4.- Hoy en el tren aprendí una cuarta, domicilia el pago de tus servicios, si dice que no, tendrás muchas posibilidades de que ponga pegas para pagar.
5.- Fíjate muy bien en lo pequeños detalles, en cómo se va estableciendo vuestra relación.
6.- Ten muy claros tus propios límites y no dejes que nadie, ni siquiera tú, los sobrepase.
7.- Y si finalmente, debes dejarla ir, no te sientas culpable, no todos podemos encajar con todos, hay muchos profesionales de todo tipo, y para todos, así que no pasa nada.
8.- Dedica todo tu tiempo, todas tus energías, todo tu saber, en aquellos que se lo merecen, aquellos que valoran tu trabajo, con aquellas personas con las que estableces una relación de igualdad, y en la que ambos aportáis, cada uno lo que le corresponde, en aquellos que confían en ti, que te hacen la vida fácil.
9.- Jamás te sientas culpable por cobra por tu trabajo, y decide libremente si hay alguien a quien no le quieres cobrar, o quieres hacerle un descuento, o tratarle de una manera especial, eres tú quién pone precio a tu trabajo.
10.- Y sobre todo, celebra que estamos rodeados de buenos clientes, de los que SI valen la pena, y que lo que a mi me ha ocurrido esta semana es extraordinario.
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