Todos tenemos una historia
Ya sabes lo importante que es nuestra historia personal para nuestro negocio, lo que nos hace distintos a los demás es precisamente toda esa historia que nos ha guiado hasta aquí, que nos ha llevado a hacer las cosas cómo sólo las hacemos nosotros y es esa historia la que hace que nuestro negocio sea especial.
Puede que no sea especial para todo el mundo, pero tampoco nos importa, sabemos que no podemos gustar a todo el mundo y yo no quiero gustar a todo el mundo, es más, no congenio con todo el mundo y saber eso desde el principio te facilita mucho las cosas.
Saber desde el primer contacto si trabajar con alguien va a ser fácil o por el contrario una tortura, te facilitará las decisiones posteriores y no dedicar mil horas a solventar lo que no tiene solución.
Por eso, lo más importante es saber encontrar a tu gente, a tu público, a esas personas que se adaptaran a ti perfectamente y para las que tu forma de hacer las cosas será única y genial, lo que todo el mundo llama encontrar tu cliente ideal.
Y por eso una de las lecciones más importantes que debemos aprender cuando comenzamos es a definir esa parte de nuestra historia, concretar en muy pocas palabras quien eres, de donde vienes, a donde vas. A mi me gusta jugar a ser capaces de decir en 135 caracteres , menos de lo que dura un tweet, esa historia nuestra.
El ejercicio no se logra a la primera, pero para lograrlo hay que comenzar por el principio, hay que hacer un gran ejercicio de memoria y situarte en el comienzo de los tiempos, y poco a poco llegar a nuestro hoy. Poco a poco irás encontrando tu esencia, tu verdad y tu historia.
Yo lo tengo claro, para mi, Blanco Legal está íntimamente unido a mi familia, a nuestra forma de ver el mundo y de hacer las cosas, desde mi abuelo y mi padre, hasta mis hermanos y es esa historia familiar la que me define, la que hace que sea quien soy, y la que me ayudó a formarme y transformarme en la profesional que hoy soy.
Y fíjate lo que pasa cuando recuerdas tus comienzos, esos momentos que todos guardamos en nuestra memoria, cuando recuerdas a tu primer cliente, o la primera reunión o el primer presupuesto que te pidieron. ¿Lo recuerdas?
Seguro que encontraste grandes lecciones de esas primeras veces, lecciones que quedaron grabadas a fuego lento en tu espíritu emprendedor y que te guiaron en la toma de muy buenas decisiones.
Noémie Coignus, de Lunes Design, aprendió una gran lección y fijó un protocolo de trabajo que le ha funcionado desde entonces, ella nos lo cuenta.
“Me entran sudores fríos sólo de recordar la angustia que sentía al mandar mis primeros presupuestos. Tenía miedo de lo que pensarían mis clientes: ¡tanto que les parezca demasiado caro, como demasiado barato!
Además, no me atrevía a pedir una parte del pago por adelantado. Hasta el día que, después de trabajar semanas en su logo, una clienta me mandó un email para informarme que “ya no hacía falta, ya que su imprenta le iba a hacer un logo gratis”.
Sobra decir que nunca me pagó por todas las horas que había dedicado a su marca. La lección me quedó grabada a fuego: ahora siempre pido entre 30 y 50% por adelantado, a la reserva del servicio. Eso sí, sigo con curiosidad por saber como habrá quedado un logo gratuito, ¡diseñado por una imprenta!”
Y a Conchi Sanjeronimo, de Tu Ruta Emprendedora, le pasaba algo muy parecido a lo que le ocurría a Noémie, mira que nos cuenta:
“La primera vez que llega a ti un posible cliente… ¡no sabes cómo describir todo lo que te pasa!
Tiemblas, sudas, te alegras, das saltos de alegría, etc. Son emociones muy encontradas, aún tienes que cerrar tu primera venta, pero está más cerca. Todo por lo que has trabajado, empieza a tomar forma.
En mi caso, antes ofrecía una sesión previa a la contratación de mis servicios, donde charlaba con el cliente y, si encajábamos y podíamos trabajar juntos, le explicaba en qué consistía mi servicio y cuál era su precio.
Podrás imaginar la primera vez. La charla transcurrió bien, pero a medida que se acercaba el momento, yo sólo podía pensar en que tenía que darle un precio. Que tenía que parecer segura de mí misma y de lo que hacía, pero en mi mente sólo rondaba una idea: “no te pongas roja, que te van a ver”.
Al final cerré la venta, pero comencé a prepararme muy bien esas sesiones previas para ir más tranquila.
Ahora, tengo mi listado de precios y, tras una primera toma de contacto con mi cliente, paso el presupuesto personalizado para su caso concreto. Lo tengo todo mucho más sistematizado, es más coherente y más profesional. Y, obviamente, ya no lo paso tan mal, porque lo tengo todo bajo control… ¡al menos hasta donde se puede!”
¿Te sientes reflejado? Seguro que a ti también te sucedieron cosas muy parecidas. A la reina de las redes, Belén Hernandez, de Agencia Hey Buddy también le marcó su primer cliente,
“Cuando Raquel me comentó la posibilidad de escribir estas líneas tenía muy claro lo que os iba a contar: El primer cliente. Más concretamente, la primera reunión con el, por entonces, primer potencial cliente. Fue genial y conseguí cerrar el contrato.
Os adelanto el final solo para que no os preocupéis. De hecho la historia no es exactamente esa; si no más bien, lo nerviosa que me puse. Estaba tan bloqueada y tan ansiosa que me olvidé de algunas de las cosas mas básicas para mi profesión. Por ejemplo: no recordaba que para poder nombrar administrador de una fanpage de Facebook a alguien, tenéis que ser primero amigos dentro de la red social. Absurdo ¿no?
Me temblaban las manos y la voz. Nunca he reunido el valor para preguntarle a aquel primer cliente que impresión le causé. Pero en mi cabeza debía ser lo mas parecido a la “Gallina Caponata” puesta de cafeína: Ojos saltones, movimientos espasmódicos e incapacidad para hablar con normalidad.
Seguramente no fue tan terrible como lo recuerdo. Si no, no habría conseguido el cliente. Sin embargo marcó un antes y un después. Soy un profesional con amplios conocimientos técnico en gestión de redes sociales. Puede que no sea la mejor, pero se que soy buena y capaz.
Me prometí que pese a los nervios con cada nuevo – o potencial – cliente, no volvería a olvidarme de mi propia valía.”
¿Ves qué importante es recordar esos momentos en los que nos sentimos más inseguros? La fuerza que consigues al recordar cómo solventaste tu primera situación, las lecciones que aprendiste de ello, la satisfacción de haberlo logrado, sin duda te ayudarán en el camino y cuando necesites un empujón de energía extra, siempre podrás volver a recordar.
¿Cual fue tu momento estrella?
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