Parece una obviedad hablar del producto, ¿no?
El producto es el que es, y ya está. Sin embargo, definir bien tu producto, hacer de él un producto especial, memorable y que sea brillante cuesta bastante más que ir al proveedor a comprar, o fabricarlo. Se ve más fácil si hablamos de servicios; existe una corriente que cree que solo el que presta servicios puede modificar algo, pero no podemos quedarnos ahí.
En los últimos tiempos, casi todo mi mundo, proyectos pequeños, negocios, empresarios, creen que él único lenguaje que habla el consumidor es el del dinero, por lo que solo podemos planificar acciones tendentes a la promoción de precio, olvidándonos de todo lo demás.
A mí, esa política siempre me ha parecido muy peligrosa; aunque esté encantada como consumidora, la realidad es que siempre hay alguien que puede competir más que tú en el precio de un mismo producto.
Ahí están las grandes marcas, las multinacionales, los megacentros comerciales, los que copan el mercado del precio. ¿Cómo te vas a comparar tú con ellos? ¿Qué tienes en común?
A mí me parece que estamos a años luz unos de otros y no quisiera estar cerquita de ese tipo de negocios; lo nuestro es otra cosa, y por eso, si no podemos competir en precio, ¿para qué gastamos todas nuestras energías en intentar combatirlo?
¿Qué te parece si redirigimos esa energía, ese esfuerzo, esa inversión, en hacer que nuestros productos sean productos inolvidables?
Normalmente partimos de la premisa de que aquello que vendes es un producto de calidad y ajustado en el precio; tu diferencia no debería estar ahí donde hay tantos productos que son igual que el nuestro, con la misma calidad, incluso más baratos algunas veces.
Deberemos dotar de alma a nuestro producto, y para ello deberemos hacerlo nuestro; deberemos rodearlo, crear un valor añadido; deberemos llenarlo de emoción, ahora solo deberemos averiguar en que va a consistir nuestra emoción.
Mi consejo es que tu valor esté plenamente conectado a ti; si lo tienes que aprender, o aparentar o simplemente recordarlo no va a vender.
Al final, casi siempre nuestros productos se contagian de nosotros, y contará desde la experiencia de venta, las sensaciones que tiene la gente cuando visita tu tienda, o tu web o tu tienda online, el cómo presentas el producto, el cómo haces tu packaging, tu carta de presentación, o incluso la iluminación que utilizas para crear un ambiente cálido; y lo más importante, cuál es el servicio postventa, servicio que yo entendería no solo en cómo solucionas los problemas que surgen, sino en cómo cuidas al cliente para hacer que vuelva a comprarte a ti.
Hay que pensar en todas esas cosas; haz una lista para encontrar tu valor añadido, ponerle nombre y poder trabajar con él. A veces solo hace falta escuchar a tus clientes para descubrir lo que necesitas; acostúmbrate, no solo para esta ocasión, a registrar todo lo que puedas observar, lleva tu libretita a mano para que no se escape nada, y vas anotando lo que averiguas al hablar con ellos, con lo que preguntas a la gente, lo que falta en el mercado, lo que valoran de lo que haces bien, lo que podrías mejorar; conviértete en un sabueso y anótalo todo para que no se te olvide nada.
Utiliza todos los elementos que están a tú alrededor para contar al mundo cuál es tú producto, ese producto que es mágico, que consigue conectar conmigo y me atrapa, da igual que tipo de negocio tengas o cual sea tu proyecto.
Igual de importante es crear una imagen, un logo, como la web, o las fotos que utilizas en las redes sociales, o el local; cuida todos esos detalles al máximo, porque todos hablan de ti y de tu producto. Lo mismo que si utilizas publicidad en papel, la calidad en esos pequeños detalles cuenta si quieres que queden en la memoria de tus clientes, esos clientes que son nuestros fans, a los que conocemos perfectamente, a los que hablamos directamente desde nuestro corazón, y que comparten nuestras pasiones.
Recuerda que tu producto estrella es estrella porque brilla. Debemos amar el producto desde nuestra propia visión, ya que, normalmente, el valor añadido eres tú.
Hablando del producto, tampoco debemos olvidar que tenemos que averiguar cuál de todos nuestros productos es el más vendido y por qué; de esa información podrás sacar valiosas conclusiones, ya que te acercará un poco más a tu público.
Otra cosa a tener en cuenta con respecto al producto es determinar el precio. Muchas veces te vendrá el precio recomendado de fábrica, pero en otras ocasiones deberás ser tú el que deba establecerlo, y para eso debemos tener claros los datos de nuestros gastos, debemos tener la información guardada y ordenada, y si somos capaces de gestionar nuestra información también seremos capaces de planificar nuestra venta.
Establece un objetivo, no en cifras totales, sino en número de productos de cada tipo que te gustaría vender. Una vez tengas claro cuánto quieres vender, ahora vamos a establecer la forma de llegar a vender todo lo que queremos.
Desarrolla un calendario con las acciones que crees que debes realizar, e intenta desarrollar a su vez esas acciones en pequeñas partes que sean mucho más fáciles de llevar a cabo, y plásmalo todo en el papel; será mucho más fácil de ver y llevar a la práctica. No dejes esta labor en tu memoria, y verás como se ve mas claro.
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